
Sentado en la silla blanca del patio de pueblo.
Asomado en la terraza de nuestro piso en Madrid.
La camiseta rosa de tu peña y tu pelo repleto de canas.
Tu gabardina de ir al trabajo con las camisas de cuadros.
Los paseos infinitos al sol después del café con bollo.
Las series en el sofá y las palomitas.
Los bocadillos de calamares en El Brillante.
Nuestros besos de buenas noches y
las partidas de ajedrez.
La fortuna de tenerte como padre
y la responsabilidad de ser una buena hija.